Ser un terapeuta energético conlleva seguir un código ético, uno que promociona sentimientos, acciones, pensamientos y creencias sanas en el cliente – sin comprometer los
mismos en el sanador. Ser un terapeuta energético conlleva ser humilde y estar abierto a aprender y desarrollar las habilidades necesarias para dar lo mejor de uno mismo. Ser un
terapeuta energético, del oriente u occidente, espiritual u otro, significa entender la energía y sus efectos. Ser un sanador de energías sutiles, significa comprender más todavía.
Significa que el sanador (observador) afecta a lo observado (cliente) y que el campo electromagnético del sanador va a afectar al campo electromagnético del cliente lo que implica una importante responsabilidad. El sanador tiene que “trabajar su campo electromagnético” para que irradie frecuencias coherentes que a la vez hagan que las frecuencias no-coherentes del cliente se sincronicen y resuenen coherentemente. Para ello es responsabilidad del sanador energético el asegurarse que primero de todo se trabaja a si mismo y las energías que irradia.
Lo fundamental es entender la interrelación entre el terapeuta y su cliente. Desde el momento que el cliente entra en el entorno del terapeuta los dos comienzan a entablar un intercambio de información energética. El hecho de definirse un sujeto como Sanador o Terapeuta y el otro como cliente propicia el equilibrio, hace que cada uno responda a un rol específico con funciones determinadas, que al vincularse se integran en un sistema.
El dialogo entre terapeuta y cliente, lleva a los dos a un estado de vinculación energética, es decir, el alineamiento entre el terapeuta y cliente que permite que alcancen un estado combinado donde los dos funcionan como un Sistema Cerrado, cada uno cumpliendo una función. De allí la importancia de procesos empáticos que logren la vinculación entre los dos sujetos (Rapport o sintonía o resonancia energética).
La sanación se produce cuando el terapeuta, que se supone tiene la condición más organizada y constante de energía ayuda a equilibrar la del cliente, que vendrá a pedir ayuda desde un desequilibrio energético originado por los conflictos y tensiones que vive o la falta de equilibrio orgánico que padezca. La estabilidad energética del terapeuta ayuda a equilibrar la del cliente dentro del sistema cerrado de la consulta y así se logra la sanación o el equilibrio dinámico (similar a la homeostasis biológica) con sus correspondientes efectos psicosomáticos.
La eficiencia de esta transferencia energética es proporcional a la coherencia energética del Terapeuta, de allí la importancia de estar en un estado de equilibrio y de estar presente al 100% para el cliente en el momento del trabajo terapéutico. Para ello es muy importante trabajarse dos cosas importantes: 1) su propio equilibrio energético y 2) el ego que lo que va a hacer es que se separe del cliente y no esté implicado con el.
El proximo mez os explicare como equilibrar la propia eneria como terapeuta, y la de nuestro cliente.
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