El autosabotaje es la principal causa del fracaso de los procesos de cambio. Para evitarlo es necesario gestionar el estrés que nos producen tanto lo desconocido como la pérdida, y que por el funcionamiento del cerebro sabemos que es un movimiento pendular entre la ansiedad y la depresión.
Ambas emociones llevadas al extremo pueden malograr el proceso y es necesario explorarlas en profundidad para reducir al máximo el intervalo entre ellas.
Cada tipo de personalidad las maneja de distinta manera, la mayoría de las veces negando una y apoyándose en la otra, lo que les hace partir de una situación de desequilibrio emocional.
Esta emoción se combina con el enfado (que es la emoción que nos ayuda a entrar en acción) y las emociones sociales que matizan nuestros comportamientos, por lo que necesitamos entender estos patrones emocionales para que el estrés no nos conduzca indefectiblemente al autosabotaje.
La motivación es otra pieza clave que se deriva de las anteriores. La toma de consciencia de la oportunidad que genera el cambio impulsada por una buena gestión de inteligencia emocional es lo que va a encender la llama del deseo de cambiar.
La sensibilidad propia de cada ser humano, en función de sus experiencias y de su tipo de personalidad van a consolidar un sistema de valores que ha de llegar a convertirse en el combustible de esta llama. Un combustible que se supondrá en una fuente inagotable de energía si sabemos elegir los mejores troncos, los valores más motivadores, para esa hoguera.
Cuando hablamos de los medios adecuados no hacemos referencia tanto a tener o no tener determinados medios sino a gestionar de manera diferente los medios que tenemos, cambiando nuestras prioridades.
El cambio supone reasignar nuestros recursos: principalmente materiales y temporales, aunque también podemos incluir las relaciones profesionales, familiares, de pareja…
El cambio deseado exige esfuerzos y renuncias, y no va a realizarse si alguno de los medios necesarios está comprometido por algún motivo.
El Eneagrama a través de su estudio de los instintos nos revela esos compromisos inconscientes que están ligados a nuestra educación y a nuestro sistema familiar para poder evaluarlos desde nuestro presente adulto y reajustar lo que corresponde a mi realidad.
Si estos cinco factores: consciencia, contradicciones internas, autosabotaje, motivación y medios adecuados se han tenido en cuenta durante el proceso de coaching habremos alcanzado el “turning.point”, el momento en el que estamos listos para pasar a la acción.
Llega el momento de crear nuevos hábitos y reforzar las nuevas conexiones neuronales y eso precisa de repetición y de implicación emocional.
La Neurociencia combinada con el Eneagrama nos da las pautas para facilitar la evolución de estos nuevos hábitos hasta que neuronalmente hayan sustituido a los antiguos, con lo que el cambio se habrá convertido en definitivo.
O no. Porque cuando uno conoce un buen modelo para cambiar y renovar nuestra vida hasta expresar todo nuestro potencial igual le coge el gustillo y empieza a parecerle que lo incómodo es quedarse en la zona de confort.
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