El estrés es la reacción automática de nuestro organismo (cuerpo-mente) ante un estímulo, o varios que puede ser interno o externo , el cual dispara el mecanismo innato de lucha, huida, congelación o adaptación de nuestro organismo y lo activa para la acción , lo que produce cambios fisiológicos como la sobre activación del organismo que si no se compensa con una respuesta de relajación va incrementándose y acumulándose hasta que el organismo necesita volver al equilibrio y se alterará psicológicamente fundamentalmente manifestando ansiedad-depresión o somatizará creando alteraciones físicas.
El estrés no es una enfermedad, sostenido en el tiempo es un mal que nos afecta a todos en diversos grados y puede acabar generando en enfermedad y minando nuestra vitalidad. Es el resultado de cómo el organismo percibe los cambios en el entorno y que le preparan para afrontarlos y dependiendo como lo hacemos puede producir una enfermedad. Lo que hace que vivamos el estrés de una forma constructiva o destructiva depende de cómo respondemos a estos cambios y eso es lo que hace que lo evaluemos como estresante o no.
Hoy en día se habla de estresores medioambientales como puede ser la luz, los ruidos, los olores, todos los productos químicos, que o bien ingerimos o con los que estamos en contacto, la temperatura, y como nos afectan los espacios o entorno en que nos movemos. Asimismo podemos hablar de bacterias, virus, sustancias tóxicas, y estímulos físicos o fisiológicos que causan dolor. Todos estos estímulos hacen que nuestro organismo los perciba, más o menos conscientemente y responda de alguna de 3 maneras, combatiéndolos, apartándose o adaptándose, es decir utilizando mecanismos para defenderse, cerrarse/bloquearse, o flexibilizarse.
Cuando hablamos del estrés como respuesta podemos hablar de cómo el estrés nos afecta psicológicamente, es decir: mentalmente, emocionalmente y en el comportamiento. Además a la hora de llevar a cabo estas respuestas se están produciendo cambios físicos tanto bioquímicos, energéticos como fisiológicos. Y al vernos afectados por estos cambios que inciden necesariamente sobre nuestra salud, tanto física como mental, nos hace cuestionar nuestros valores o lo que es importante para nosotros o nuestros propósitos en la vida y también nos afecta espiritualmente.
Un poco de estrés activa, compensado con relajación es tolerable, pero un estrés intenso, o estrés continuado en el tiempo, necesariamente desemboca en una alteración del organismo y puede desencadenar síntomas mentales/emocionales, síntomas físicos como agotamiento, o síntomas de enfermedades psicosomáticas.
Ayuda mucho gestionar el estrés aprendiendo a combatir el pensamiento negativo.
Si imaginamos las situaciones difíciles, las crisis y los problemas como regalos que van a hacer que desarrollemos fortalezas, habilidades y destrezas que no sabíamos que teníamos podemos ver su lado positivo. Cuando estés en una situación difícil reflexiona sobre lo siguiente y verás que pronto cambia tu perspectiva
1) ¿Qué es lo peor que puede pasar?, ¿podría ser peor?
2) ¿Qué puedo aprender de esta situación para hacerlo mejor en el futuro?
3) ¿Qué puedo sacar de positivo y que destrezas y habilidades he desarrollado?