Victoria Cadarso Team

Gritar a los niños

gritarTener un hijo es de las cosas más bonitas de la vida, ver cómo crece, cómo va descubriendo cosas nuevas cada día, cómo juega y esa capacidad que tienen para disfrutar de todo.

Llegar a casa después de todo el día y que haya una personita para quien eres lo más importante del mundo, que sale corriendo hacia ti para abrazarte mientras dice “¡¡¡mamá!!!” es de las cosas más gratificantes y emocionantes que hay.

Pero la vida no siempre es un cuento de hadas, a veces llegamos agotadas del trabajo y todavía nos queda el trabajo de mantener nuestra casa, o estamos preocupadas por temas laborales o médicos de nuestra madre, o hemos tenido alguna discusión con la pareja, o tenemos dolor de cabeza o simplemente no nos apetece estar nada, pero tenemos que seguir al pie del cañón y nuestra paciencia con los pequeños disminuye notablemente pero… es importante no gritarles ni pagar con ellos nuestras tensiones.

Reflexiona sobre cuales son los motivos de tu estado de ánimo, ¿por qué te sientes irritable? ¿Trabajas y te queda poco tiempo para ellos?¿ No trabajas y estás renunciado a cosas que te empiezan a pesar? ¿Eres madre/padre soltera/o y tienes muchas responsabilidades que te ahogan? ¿Tus hijos son muy pequeños y de edades seguidas, con lo que el trabajo es realmente agotador?

Retener estos sentimientos, no aceptarlos es dañino y se volverá en contra nuestro en cualquier momento. Hay que buscar maneras de abrir la válvula y darle escape: gritar al aire, al espejo, compartirlo honestamente con alguien, patalear, etc. Así nos ocupamos de nuestros temas, de nuestra carga y no hacemos pagar a nadie por ella.

Por otro lado, también es importante saber que tus hijos necesitan de tu presencia y tiempo. Por lo que cuando estés con ellos después de su larga jornada escolar (y posiblemente la tuya laboral), no te líes a hacer mil cosas de la casa.

Baja las expectativas, las obligaciones, la exigencia de tengo que comprar, organizar, los baños, las cenas, etc., pues eso aún te alterará más. Siéntate con ellos, juega un ratito.  Si son mayorcitos pide colaboración para hacer la cena, o para guardar la compra. Que el baño no sea un ritual sin disfrute, sino otra ocasión para estar juntos. Ellos te necesitan pero tú también los necesitas para que te abran el corazón, para nutrirte del verdadero valor de las cosas.

Cuando estamos criando no podemos atenderlo todo ni llevar la misma vida sin hijos que con hijos. Hemos de poner el acento, la mirada principal en ellos. Lo demás seguro es secundario y prescindible.

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