Cada vez más se tienen en cuenta las corrientes que entienden al ser humano no como una máquina, sino como un ser capaz de pensar, sentir y vivir experiencias que en mayor o menor medida pueden tener que ver con lo que le ocurre a nivel físico.
En todas las culturas y en todos los tiempos han existido corrientes e investigadores que asocian lo que nos ocurre en el cuerpo físico con el estado emocional. Desde la antigüedad la sabiduría oriental de la medicina china asociaba emociones y órganos, es decir, qué órganos se veían afectados ante una alteración emocional determinada.
El Doctor Edward Bach, creador de los elixires florales, basó sus investigaciones en la relación de las alteraciones emocionales con la enfermedad, para él la enfermedad era un conflicto entre el alma y la mente, y en base a esto creó un sistema ideado para armonizar las emociones. Bach tuvo la intuición de que la enfermedad, la falta de armonía y de equilibrio suelen ser el resultado del abismo que existe entre el estado interno de una persona y la forma de ocultar ese estado por parte de la persona, es decir, el aspecto que ofrece al exterior.
Wilhelm Reich (1897-1957), psicoanalista, sexólogo y político austriaco, y discípulo de Freud, encontró una forma de relación directa entre nuestro desarrollo y comportamiento con nuestras enfermedades.
José Silva, creador del Método Silva, demostró cómo el pensamiento y las frecuencias cerebrales, mediante el control mental, podían actuar de forma positiva en la enfermedad.
El doctor Ryke Geerd Hamer en su obra “La Nueva Medicina” describe de qué manera afectan los impactos emocionales que recibimos en la vida diaria en las enfermedades que padecemos.
El Doctor Diamond decía que el odio y la envidia roban al cuerpo y a todos los órganos su energía, su Qi, pero la glándula más afectada por estas emociones es el timo. Si el timo está alterado ninguno de los sistemas inmunes funcionará adecuadamente. Hace más de 20 años que se sabe que el cáncer, como enfermedad, comienza cuando el cuerpo ya no es capaz de reconocer las células anormales, y eso es parte de la función del timo. Esto es una forma, según él, de cómo el odio al cabo de 10 o 20 años puede generar una enfermedad física.
Otros investigadores como John Pierrakos, Fritz Perls, Dr Siegel, Dr Simonton, Louise L. Hay, etc, han contribuido enormemente al resurgimiento de todas estas teorías.
Sin embargo, la medicina actual entiende la enfermedad como el enemigo a batir, se considera que la enfermedad es un obstáculo para la felicidad del ser humano y se empeña en tratar el síntoma sin ir a la causa profunda. Hablando metafóricamente esta actuación sería similar a querer apagar el piloto rojo que se enciende en el tablero de mandos del automóvil sin corregir la avería. La curación de la enfermedad consiste no en combatir el mal sino en aportar la misma cantidad de virtud opuesta que la que nos ha llevado a enfermar.
El estado natural del cuerpo es la salud. El cuerpo físico no es la causa de la enfermedad, por sí mismo no puede hacer nada, la vida que mantiene este cuerpo viene del alma, del espíritu. El cuerpo es el reflejo de lo que sucede en el interior de nuestro ser.
La enfermedad es un regalo para que busquemos el equilibrio de nuestro Ser, es decir, es una gran oportunidad para cambiar aquello que entorpece nuestra vida y nuestro crecimiento. Tiene por objeto devolver la personalidad a la voluntad divina del Alma. Si la enfermedad se interpreta correctamente nos guiará para corregir nuestros defectos esenciales.