“El eneagrama es el “movimiento perpetuo”, es ese “perpetuum mobile”
que los hombres han buscado desde la más lejana antigüedad
–siempre en vano-. Y no es difícil comprender por qué no podían encontrarlo.
Buscaban fuera de sí mismos lo que se hallaba dentro de ellos,…” (Gurdjieff)
Y así debemos comprender el símbolo que representa el Eneagrama, como un símbolo vivo, en movimiento. El símbolo del Eneagrama está representado por un mandala circular y posee muchas connotaciones, pues es la llamada “piedra filosofal” de los alquimistas, el arquetipo de la totalidad, lo absoluto y la metáfora de la transformación en sí mismo. La palabra eneagrama se deriva del griego ennea, que significa nueve y grammos, que significa puntos. Está representado por una estrella de nueve puntas que toma la forma de un círculo dividido en nueve partes iguales. Estos puntos están ligados entre sí por nueve líneas.
El Eneagrama es una potente herramienta de autoconocimiento, no sólo en el aspecto psicológico sino también en el aspecto esencial o espiritual del ser humano. Se le atribuye a Gurdjieff la responsabilidad de haber acercado las enseñanzas contenidas en este símbolo a occidente y después Oscar Ichazo y Claudio Naranjo continuaron con sus enseñanzas. Esta herramienta describe a través de una forma dinámica y original, nueve Tipologías de Personalidad o los denominados eneatipos y propone un rasgo principal de carácter predominante en cada uno de nosotros. Se podría considerar como una especie de mapa dinámico e interactivo que muestra la forma básica que tenemos de percibir y organizar la realidad; es decir, en el fondo está apuntando a la forma en cómo vemos la vida y cómo nos movemos dentro de ella. Así podemos mirar en el interior de cada eneatipo reconociendo los rasgos principales de nuestra personalidad, lo que nos ayudará a comprender y liberarnos de nuestras ataduras y condicionamientos o límites. Pero a pesar de mostrarse como una herramienta aparentemente sencilla, en realidad consiste en un sistema altamente complejo y completo, el cual no parece terminarse nunca de aprender. Como instrumento de auto-conocimiento y crecimiento personal, facilita itinerarios de evolución, tanto en el plano psicológico-existencial, como en el espiritual.
“Y, el cambio entraña auto-conocimiento y el auto-conocimiento es sanador en sí mismo o espontáneamente autocorrectivo, ya que al conocerse a uno mismo con suficiente profundidad, ciertas cosas van a ir cambiando inevitablemente”. (Claudio Naranjo).
Natalia Céspedes Arjona