Un despido es una de las situaciones más duras por las que pasa una persona en su trayectoria vital, ya que se pone en juego su capacidad de valerse por sí mismo y tener cubiertas sus necesidades básicas (comida, ropa, una casa donde vivir…). Si además hay personas a su cargo la cosa se agrava y la persona puede tener sentimientos de depresión, de baja autoestima, angustia, desesperanza ante el futuro, desánimo, vergüenza…
Para afrontar un despido de trabajo, sobre todo, hay que tener una actitud abierta a reconocer las oportunidades que trae todo proceso de cambio.
Debemos comprender que este proceso de pérdida implica cierto dolor y recogimiento interior, para luego dar paso a una actitud más racional, basada en el análisis frío de las propias fortalezas y debilidades para competir en el mercado laboral, con el fin de corregir aquellos aspectos más deficitarios y destacar también aquellos más desarrollados.
Se recomienda, en lo posible, dejarse asesorar por especialistas en orientación laboral, evaluación de competencias y entrenamiento en búsqueda efectiva de empleo, ya que es corriente ver personas que llegan a entrevistas de trabajo con la carga negativa de la pérdida del empleo anterior.
Este proceso debe llevarnos a enfocar las entrevistas en términos positivos, centrándonos en los puntos realmente destacables de los antecedentes profesionales. Pero esto sólo será posible en la medida en que se haya hecho un trabajo de reflexión crítica sobre las propias cualidades laborales.
En cualquier caso, lo que nunca se debe hacer en caso de despido laboral es saltarse la fase de atención a las propias emociones, aceptación de la pérdida, auto-crítica y reflexión sobre las propias capacidades. Es el primer paso necesario.