¡¡Nunca me entiendes!!

En general, obstaculiza o puede causar problemas en la comunicación:

  • Emitir mensajes ambiguos o poco claros, con demasiadas dudas, vacilaciones, rodeos, cosas dichas a medias, frases indirectas, etc. Un mensaje así tendrá menos probabilidades de ser atendido, y más de ser malinterpretado. Por ejemplo, si le digo a mi pareja: “me gustaría que de vez en cuando tuvieras algún detalle conmigo como por ejemplo comprarme flores o sorprenderme con una entrada para algún concierto. Antes lo hacías y me hacía sentir muy bien” tendré más probabilidades de ser comprendido/a y obtener lo que deseo que si le digo “ya no me quieres como antes”, o “eres poco detallista”, o “en la pareja, al principio todos nos esforzamos para gustar y para que el otro nos quiera pero después…”, etc. ¿Pedir las cosas directamente es menos romántico? Tal vez, pero creo que es un error pensar que si el otro nos quiere, ha de saber siempre qué necesitamos: en un estado idílico eso podría ser así, pero la realidad va por otros caminos.
  • Emitir críticas referidas a cómo ES la otra persona, en lugar de referirnos a lo que HACE, es decir, su conducta. Por ejemplo, decirle “eres un/a egoísta, sólo piensas en ti y en tu trabajo” en lugar de “me gustaría que los fines de semana dedicáramos más tiempo a hacer cosas juntos”. O “eres una histérica” en lugar de “cuando me gritas de esa manera, me bloqueo y no sé qué hacer y, a veces, me dan ganas de tirar la toalla”
  • Una excesiva verborrea o locuacidad de uno de los miembros que puede abrumar al otro con detalles innecesarios o, por el contrario una excesiva parquedad en la comunicación.
  • Diferentes estilos de comunicación entre hombres y mujeres. Por ejemplo, las señales de asentimiento en los hombres suelen significar “estoy de acuerdo contigo”, y en las mujeres “estoy escuchando”. O, mientras que las mujeres suelen estar más abiertas a compartir sentimientos y a conversar sobre problemas para recibir apoyo, los hombres tienden a buscar soluciones rápidas y prácticas a los problemas, con lo cual puede ocurrir que:  a) la mujer no se sienta escuchada o comprendida,    b) el hombre se sienta rechazado y confundido si propone una solución (prematura) y la mujer se enfada.
  • Que el mensaje esté dirigido hacia un campo vulnerable del otro/a. En este caso, el receptor del mensaje lo puede distorsionar bastante debido a la interferencia de sus temores o inseguridades. Por ejemplo, si Alicia está muy preocupada porque cree no ser una buena madre, y Antonio, su pareja, le formula alguna crítica respecto a la manera de manejar un determinado conflicto con los hijos: aunque la crítica sea respetuosa puede desencadenar respuestas impredecibles.
  • Querer tener la razón a toda costa, en lugar de admitir otros puntos de vista, aceptar la propia parte de responsabilidad en el problema e intentar llegar a un acuerdo aceptable para ambos.
  • Querer castigar al otro/a, en lugar de expresar nuestros sentimientos, poner límites si es preciso o intentar llegar a una solución razonable.
  • Invalidar la queja del otro/a, pensando que no es importante. La otra persona tiene siempre, como mínimo, el derecho a ser escuchada y tenida en cuenta.
  • Referirse constantemente a cosas del pasado, especialmente cuando se pretende herir al otro.
  • Aprovechar cuando se está hablando de un tema determinado para sacar toda la “lista de agravios”, todos los resentimientos pendientes en lugar de centrarse en un problema concreto.

 
Fuente: http://www.psicologobarcelona.es

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