Perdonar dice mucho de nosotros

perdonarUna venganza no nos hace más felices, y tampoco nos cura o libera del sufrimiento, y con el tiempo, con la toma de consciencia, hiere todavía más nuestra autoestima, una vez que nos damos cuenta de que hemos reaccionado de la misma manera que el ofensor, reforzando lo que tanto despreciamos, haciéndonos sentir iguales a quien nos hirió.
Cambiando nuestro sistema de creencias del miedo y la culpa a uno basado en el amor, afirmamos nuestra voluntad de ver a los demás como seres amorosos o como seres que solicitan nuestra ayuda para amar. Sin ser culpables o inocentes, no como posibles atacantes, sino como seres amorosos en evolución.
Somos amor y vinimos a aprender a amar. El perdón nos da la oportunidad de cumplir nuestra misión.
Si tomamos consciencia de que existe en nosotros cualquier falsa creencia acerca del perdón, o cualquier tipo de extremismo mental que nos impida ejercitarlo, debemos con urgencia tratar de revisarlos y modificarlos.
Si realmente queremos perdonar, tenemos que hacer esfuerzos para escuchar nuestro Yo Verdadero y no a esos “falsos yoes”. El Yo Verdadero nos revela que el perdón va de la mano de la justicia; que perdonar es un acto de Amor y de liberación, porque la verdadera libertad está en el Amor.
 
Él nos muestra que perdonando logramos muchos beneficios, especialmente para nosotros mismos, pero además para el que necesita del perdón, y en un nivel más alto, para todo el planeta. Ya que somos responsables de la energía que emitimos a nuestro alrededor. Ecología energética.
Perdonar, comprender y amar a quienes nos hieren, también es buscar la justicia, es hacer una crítica constructiva (también para que el otro tome consciencia de lo que hizo), es denunciar al mal hecho, es buscar aquello a lo que uno tiene derecho.
Estar en desacuerdo con alguien no implica dejar de amarle. Pasar por encima de los mecanismos de supervivencia y defensa me lleva a regirme por leyes más benévolas que las terrenas.
El Yo Verdadero también nos enseña que si nos decidimos a “perdonar siempre”, sólo para parecer buenos, o para evitar discusiones, o para mantener la armonía, o por pereza o temor de buscar la justicia, olvidándonos de respetarnos a nosotros mismos, considerando nuestras limitaciones, no estaremos realmente perdonando sino “escondiendo la basura bajo la alfombra”.
Esta forma errónea de perdón genera la falsa creencia de que “todo está bien”, pero en algún momento toda la mugre que escondimos bajo la alfombra puede surgir de una sola vez, y producirle un gran mal a nuestra autoestima.
 
Mejor es buscar el camino del medio, como siempre. En el caso del perdón, tratar de hacerlo sin humillar o rebajar nuestra autoestima; sin ocultar nuestra desaprobación; y si es necesario, buscar la justicia, pero de corazón sereno, sin rencores o deseos de venganza.

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