La primera vez que uno forma parte de una Constelación Familiar, generalmente como representante antes que como cliente o persona que constela, como mínimo no se queda indiferente, pues es indudable que la energía se mueve y en una Constelación Familiar la energía del espíritu es manifiesta de forma fenomenológica . Además, cuando constelamos para resolver una situación hay un movimiento energético a unos niveles tan profundos, que casi resultan difíciles de explicar si no se está presente.
La familia forma parte de nuestra vida, tanto de la presente como de nuestros ancestros y posteriores generaciones; es el vínculo que nos une con profundo amor y lealtad. Constelar entonces, podríamos decir que trata acerca de querer sanar, teniendo en cuenta nuestro Sistema Familiar.
No se puede hablar de terapia si tomamos en cuenta a su creador, Bert Hellinger; sin embargo, las Constelaciones Familiares son una potente herramienta fruto de su trabajo y a quien también debemos el descubrimiento de los Órdenes del Amor, los cuales nos ayudan a que todo fluya adecuadamente. Cuando los Órdenes del Amor no son respetados, surgen conflictos y bloqueos en nuestra vida, de tal forma que a través de las constelaciones podemos “ver” si se ha producido algún desorden para así poder ser restaurado. Cuando este desorden es “visto”, resurge de nuevo el Amor que ya existía, pero que había sido bloqueado. Este Amor es vibración sanadora y por tanto, al agradecer lo que sucede en la constelación, la energía se mueve para el mayor bien de todos.
El objetivo por tanto de una constelación es poder “ver” conscientemente aquellos bloqueos que han surgido de fidelidades a nuestros ancestros a los que, de forma inconsciente, nos hemos vinculado, por amor a ellos y al Sistema, lo cual nos puede llevar a sentir mucha rabia, boicotearnos o incluso enfermar y una vez traídos al consciente, poder así ser sanados con Amor.
0 comentarios
Hola Natalia !
Me ha encantado tu artículo. Refleja muy bien que son las Constelacciones Familiares.
Un gran abrazo