Todo es energía, incluido el ser humano. No se podría decir más en una frase tan corta. Sin embargo, a pesar de que esta idea no es nueva y que se vienen repitiendo y demostrando desde la antigüedad los efectos beneficiosos de la energía en las personas, el abrirse a esta idea no es tan sencillo.
En la actualidad, cada vez son más las personas que comprueban la gran eficacia de las terapias energéticas y se abren a un nuevo paradigma adquiriendo una mayor flexibilidad mental, sin embargo, existe cierto grado de escepticismo e incredulidad hacia este tipo de terapias y, en general, hacia todo lo relacionado con “el mundo de lo sutil”, derivado una mala comprensión. Esta incomprensión es debida a varias razones; Por un lado, como todo aquello que es nos es desconocido, suele producirnos miedo y desconfianza, lo que hace que se juzgue sin saber y a su vez se equipare erróneamente a las terapias energéticas y, en general, a la espiritualidad con creencias religiosas, temas de brujería, supersticiones…etc., poco serios y menos creíbles, lo que provoca que algunas personas rehúsen de querer probar la gran eficacia e importancia que tienen las aplicaciones prácticas de la energía sobre su salud y bienestar general.
Por otro lado, desde niños nos enseñan a percibir e interpretar el mundo a través de la información que nos proporcionan nuestros sentidos, la cual nos creemos e interiorizamos sin cuestionar, esto nos provoca rigidez mental y, a su vez, hace que sintamos la necesidad de ver para creer en lugar de creer para ver y, por tanto, crear (de adentro hacia afuera). Lo que deja muy poco espacio para el entrenamiento de nuestra imaginación e intuición, buscando siempre las respuestas y soluciones fuera de nosotros, regalando nuestro poder interior a causas externas. Así mismo, relacionamos de forma automática, lo visible y medible con lo científico, serio y real, sin darnos cuenta que lo verdaderamente importante de cualquier terapia es que produzca los resultados deseados, con independencia de lo sutil de su naturaleza. En mi opinión, es precisamente esta naturaleza sutil, el hecho de no necesitar ver para sentir la energía y comprobar sus efectos, lo que proporciona a las terapias energéticas un carácter único, mágico y muy especial sobre cualquier otra terapia, siendo para los que la practicamos a diario algo más que una rutina, un modo de vida.
Otro aspecto muy importante de la práctica energética es que funciona y funciona siempre, en cualquier persona, con independencia de que crea en ella o no, obviamente si confiamos en su eficacia, la sanación se acelera considerablemente, sin embargo, el hecho de ver mejoras rápidas puede provocar en algunas personas cierto grado de duda e incredulidad debido a que desde niños interiorizamos la falsa creencia de que lo único que realmente funciona y sana es aquello que se alcanza tras un largo período de esfuerzo y sacrificio personal, pensando que los cambios rápidos no son perdurables en el tiempo. La mayoría de personas desconocen que el tiempo que tarda en manifestarse sus deseos o resultados está relacionado casi exclusivamente con su grado de comprensión del funcionamiento de su mente, con sus creencias y manejo a su favor de las leyes universales. Lo que está claro es que sólo podemos reconocer fuera lo que tenemos dentro, es decir, si no conocemos cómo funcionan todo esto, aunque cada día nos topemos con sus efectos y cometamos lo los mismos errores, raramente lo podremos relacionar con estas leyes, y por tanto, tampoco sabremos cómo ponerlas a nuestro servicio, en lugar de a nuestro perjuicio.
Por tanto como decía, cuando las terapias energéticas no funcionan, no es porque no funcionen como tal, sino porque o bien no estamos aplicando la técnica correcta y/o de manera correcta, o bien porque la relación terapéutica no está bien establecida; si la persona no confía en su terapeuta y/o en la terapia, generará pensamientos negativos lo que provocarán emociones negativa, como las emociones son energía en movimiento, emitirá una baja frecuencia vibratoria que no está en sintonía con su deseo de sanarse que es alta frecuencia vibratoria, así por la ley de la atracción, atraerá solo más personas y circunstancia que confirmen sus creencias negativas y lógicamente no se manifestarán sus resultados deseados. Todo esto nos demuestra una vez más el papel tan importante que juega en nuestra vida el poder de la mente, el poder de la intención, el conocimiento y práctica de cada una de las siete leyes universales…etc., a la hora de manifestarse nuestros resultados, algo que cualquier terapeuta energético debe manejar, comprender y saber aplicar a la perfección.
Por ello, sería de vital importancia que desde las primeras etapas de preescolar hasta la universidad, con independencia de la carrera que se cursará, se incluyera teoría y práctica energética. Sería equiparable a aprender una lengua materna, si lo hacemos desde niños, lo asimilamos mejor que de adultos, no obstante, ánimo a todas las personas con independencia de su edad, que se animen a probar técnicas energéticas, a someter a juicio lo que siempre han creído como verdades absolutas, pero, que no les atraído nada bueno, tropezando una y otra vez con los mismos errores sin comprender por qué, habiendo perdido por completo las riendas de sus vida, viviendo en piloto automático, soportando y asumiendo como mártires todo lo que les venga les guste o no, por el simple hecho de que han creído que es lo que les toca vivir. También es cierto, que muchas veces preferimos debido a nuestra rigidez mental y también claramente por “comodidad” quedarnos con lo que conocemos aunque no nos sirva o incluso nos haga sufrir que hacer el esfuerzo de salir de nuestra zona de confort.
Concluyendo, al igual que nadie dudaría de la existencia de un sistema circulatorio o respiratorio., tampoco deberíamos dudar de la existencia de nuestro sistema energético y más cuando comprobamos a diario los efectos tan beneficiosos o perjudiciales que puede tener el hacer un buen o mal uso de él, con independencia de que lo podamos ver físicamente o no. Así mismo, tampoco observamos como, por ejemplo, el aparato digestivo lleva a cabo el proceso de digestión, pero sabemos si lo hace de forma correcta o no porque sentimos sus efectos. Esto quiere decir que si algo resuena con nosotros y nos funciona proporcionándonos los resultados deseados, entonces es más que suficiente para corroborar su existencia con independencia de su naturaleza sutil. Finalmente recordar que el hecho de que las terapias energéticas funcionan es una gran verdad y que están al alcance de cualquiera. Eso sí, una vez que las comprendemos y tomamos conciencia de su funcionamiento, ya no tenemos excusas para no responsabilizarnos de nuestras vidas y seguir cometiendo los mismos errores sin tomar acciones.
Artículo escrito por Alba Dominguez
Psicóloga especialista en Neuropsicología
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