
1.- Buscar distintas perspectivas y alternativas. Tendemos a conceder una importancia exagerada a la primera información que recibimos. Debemos abrirnos a otras líneas de pensamiento aunque la primera parezca la correcta.
2.- No elegir la alternativa más cómoda y que supone mantener el “status quo” por miedo al cambio. Cambiar puede suponer muchas dificultades pero hay que preguntarse por los riesgos de no afrontarlo para el cumplimiento de los objetivos marcados.
3.- Confirmar la evidencia. Si encontramos que todas las nuevas informaciones avalan nuestro punto de vista preguntar a un colega con prestigio en el tema que argumente contra nuestra perspectiva. Hay que intentar, también, trabajar con profesionales que no siempre estén de acuerdo con nuestras ideas.